PRIMERA PARTE
Sepulto Domino (Tomás Luis de Victoria)
Istorum Est Enim (Francisco Guerrero)
O Domine Jesu Christe (Sebastián de Vivanco)
Peccantem Me Quotidie (Giovanni Pierluigi da Palestrina)
Caligaverunt Oculi Mei (Tomás Luis de Victoria)
SEGUNDA PARTE
Missa Pro Victoria (Tomás Luis de Victoria)
. Kyrie
. Gloria
. Credo
. Sanctus – Benedictus
. Agnus Dei
NOTAS AL PROGRAMA
El Día de Todos Los Santos es una tradición cristiana instituida en honor de Todos los Santos, conocidos y desconocidos, según el papa Urbano IV, para compensar cualquier falta a las fiestas de los santos durante el año por parte de los fieles.
En los países de tradición católica se celebra el 1 de noviembre; mientras que en la Iglesia Ortodoxa se celebra el primer domingo después de Pentecostés; aunque también la celebran las Iglesias Anglicana y Luterana. En ella se venera a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico. Por tradición es un día no laborable en el que en España es costumbre visitar los cementerios para arreglar las tumbas y llevar flores.
El programa se ha elaborado con dos partes muy contrastantes al igual que lo son los sentimientos de este día de Todos los Santos, entre el pesar por el recuerdo de los seres queridos perdidos y la alegría del día festivo y de reunión familiar. De igual forma, la primera parte del programa también es pesarosa con motetes que hablan de la muerte de Cristo y de los miedos y temores en la llegada del fin de nuestros días, aparecen, como en Istorum est Enim, textos del Apocalipsis. Pero hay otra segunda parte, la de misa, cargada de optimismo. La misa “Pro Victoria” es enérgica y vital por lo que resulta de alguna manera apropiada para este día de contradicción entre el dolor y la alegría. Alegría por la muerte a la manera que la encontramos en Bach, que escribe plácidos motetes despidiéndose de la vida, sus sufrimientos y tentaciones o alegres corales al acercarse la muerte por significar ésta la liberación, el triunfo sobre el pecado y la comunión con el Señor. La misa Pro Victoria es una obra de clara influencia italiana escrita para dos coros como era del gusto de la época, especialmente en Venecia. Tras el Concilio de Trento esta música cumplía la función exigida de una clara exposición del texto junto con los diálogos entre coros y los efectismos del incipiente estilo barroco.
Esta misa es también una misa parodia inspirada en la chanson La Guerre del gran compositor francés Clement Janequin y se acerca más que ninguna a este nuevo estilo policoral veneciano: es muy silábica y homofónica y busca contrastes propios del barroco. Por otra parte, es la única composición a nueve voces de Victoria, divididas en dos coros uno de cinco voces y el segundo de cuatro donde se pueden doblar o sustituir las voces por instrumentos, siempre que quede al menos una voz para cantar el texto. Será todo ello un adelanto de las prácticas habituales del Barroco hispano. Ilustrativas son las indicaciones de Victoria en el prólogo de su edición, donde sugiere a las capillas con pocos cantores lo siguiente: “donde no hubiera aparejo de cuatro voces, una sola que cante con el órgano hará coro de por sí”, así en las misas policorales de Victoria es por completo lícito sustituir todo un coro por una voz y órgano. O cualquiera de las voces por un instrumento así como reforzar alguna de las voces como el bajo.
La misa “Pro Victoria” aparece en la edición madrileña de 1600, salida de la imprenta real en el estilo de las ediciones venecianas muy lujosas y dedicada al rey Felipe III recién llegado al trono. La “Misa Pro Victoria”, es decir, por la victoria, se especula que fue escrita y dedicada al Rey para conmemorar la victoria en la batalla de Lepanto.
Notas redactadas por Ana Fernández-Vega