PRIMERA PARTE

Laudemus Virginem (Llibre Vermell de Montserrat, S XIV)

Dum Pater Familias (Codex Calixtinus, manuscrito compostelano S XII)

Vox Nostra Resonet (Codex Calixtinus)

Ave Gloriosa (Códice de Las Huelgas, SS XIII y XIV)

Jesu Rex Admirabilis (Giovanni Pierluigi da Palestrina, 1525-1594)

Congaudeant Catholici (Codex Calixtinus)

O Quam Gloriosum (Tomás Luis de Victoria, 1548-1611)

Stella Splendens in Monte (Llibre Vermell)

Los Set Gotxs Recomptarem (Llibre Vermell)

Splendens Ceptigera (Llibre Vermell)

SEGUNDA PARTE

Missa O Magnum Mysterium (Tomás Luis de Victoria)

. Kyrie

. Gloria

. Credo

. Sanctus

. Benedictus

. Agnus Dei





Nuestro peregrinaje musical comienza en Santiago de Compostela, en pleno apogeo del Románico, y concluye en la plenitud del Renacimiento español, de la mano de Tomás Luis de Victoria, de cuya muerte el año próximo celebraremos el cuarto centenario. Se cierra así un círculo de cinco siglos en que España va a estar constantemente, si no a la cabeza de los grandes avances de la música de su tiempo, sí al menos en actitud abierta y receptiva hacia los mismos, adoptándolos y poniéndolos en práctica casi desde el primer momento.

Hasta la invención de la imprenta y, sobre todo, hasta su aplicación extensiva a la edición musical, a partir del año 1500, la transmisión de la música sólo era posible mediante manuscritos. Toda la música medieval que nos ha llegado lo ha hecho a través de este tipo de fuentes, escritas sobre soporte de pergamino, y es fácil imaginar el sinnúmero de avatares que tales documentos han podido sufrir a lo largo de tantos siglos. Por eso, es realmente sorprendente el caso de los tres códices medievales que el Coro de Cámara de Madrid APM ha elegido para abrir este concierto, pues todos ellos se conservan en su lugar de origen o, al menos, en el lugar para el que fueron copiados y en el cual se utilizaron. Es muy poco frecuente que piezas tan antiguas y de tanto valor no hayan sucumbido a los sucesivos desastres naturales y artificiales inherentes al paso del tiempo.

La afluencia de peregrinos en el Camino de Santiago adquirió tal importancia durante su apogeo en los siglos XI al XIII, que la ruta se convirtió en uno de los vehículos fundamentales de transmisión de cultura en toda Europa. El Codex Calixtinus (llamado así por la supuesta intervención, hoy desmentida, del papa Calixto II en su creación) o Liber Sancti Iacobi es uno de los testimonios más importantes de la pujanza del Camino. Su variado contenido no es exclusivamente musical y alberga, entre otras muchas cosas, la primera guía de viajes conocida. En cuanto a la música, el Códice Calixtino contiene toda la música necesaria para la celebración de la fiesta de Santiago durante el siglo XII, tanto piezas monódicas como polifónicas a 2 voces, salvo una a 3. El estilo de estas últimas es el de la polifonía de la llamada Escuela de San Marcial de Limoges, aunque no existe un acuerdo sobre dónde exactamente se elaboró el manuscrito. Se distinguen fundamentalmente dos tipos de piezas polifónicas: el organum, en el que una voz evoluciona con melismas muy ornamentados sobre una melodía gregoriana, y el conductus, en el que ambas voces son de nueva composición y se mueven casi nota contra nota. Vox nostra resonet pertenece al primer tipo, en tanto que Congaudeant catholici es un conductus especialmente importante, pues se trata de la obra a 3 voces más antigua que se conserva en toda la historia de la música. Dum pater familias es un himno monódico.

La vida musical en el Convento de Santa María la Real de Las Huelgas, cerca de Burgos, durante la Edad Media debió ser extraordinariamente activa. El Codex Las Huelgas es un testimonio de valor incalculable de ello. Se trata de un manuscrito de contenido exclusivamente musical, con nada menos que 186 piezas, la mayoría de ellas polifónicas y conservadas únicamente en esta fuente, y se data entre finales del siglo XIII y principios del XIV. Junto a la pervivencia de formas antiguas, como el conductus, a la que pertenece Ave maris stella, a 3 voces, aparece aquí el gran hallazgo final del Ars Antiqua: el motete. Se trata de una composición polifónica en la que, sobre una melodía preexistente, generalmente gregoriana, una, dos o hasta tres voces desarrollan melodías muy ornamentadas, a menudo con un texto diferente en cada una de ellas. Los primeros motetes surgen con la sustitución de los largos melismas de un organum por un texto, es decir, por palabras, como indica su nombre, que deriva del francés mot (palabra). Es el caso de Ave gloriosa, a 3 voces, un motete politextual, es decir, cada voz canta un texto diferente, siguiendo una curiosa costumbre de la época, que a nuestros oídos contemporáneos produce un delicioso efecto de galimatías.

El Llibre Vermell de la Abadía de Montserrat (Barcelona) es otra de las joyas de la música medieval española. Llamado así por la encuadernación de tapas rojas que recibió el manuscrito en el siglo XIX, su contenido musical es tan escaso como fascinante, pues consiste en diez piezas empleadas, según reza el propio códice, para proporcionar un honesto y devoto entretenimiento a los numerosos peregrinos que acudían a la sagrada montaña catalana. La selección aquí presentada incluye una pieza monódica en catalán,Los set gotxs recomptarem, la célebre Stella splendens, a 2 voces, y un canon (o caça, como indica el manuscrito) a 3 voces, Laudemus Virginem. En todas ellas observaremos el extraordinario vigor rítmico que caracteriza gran parte de las piezas del Llibre Vermell, pues no en vano algunas de sus piezas son verdaderas danzas medievales.

El resto del programa da un salto en el tiempo para llevarnos a la plenitud de la polifonía renacentista, una directa evolución de las primeras formas de canto a varias voces medieval previamente escuchadas. El término motete se sigue empleando, aunque con un significado diferente, pues en esta época designa una obra de texto religioso no litúrgico. Es el caso de Jesu rex admirabilis y de O quam gloriosum, que representan a la perfección el estilo de dos de los más grandes compositores de finales del siglo XVI: el italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina, que ha pasado a la historia como el arquetipo de maestro de la polifonía clásica renacentista, y el abulense Tomás Luis de Victoria.

Precisamente, el próximo año 2011 celebraremos el cuarto centenario de la muerte de Victoria y el Coro de Cámara de Madrid APM lleva años preparando el homenaje que merece uno de los más grandes artistas que ha dado nuestro país.Este proyecto incluye la recuperación de algunas de las obras menos escuchadas de nuestro extraordinario polifonista. Una de estas obras es la Misa Pro Victoria, publicada en Madrid en 1600, cuando el músico ocupaba ya el cargo de Maestro de Capilla del Convento de las Descalzas, en el que permanecería hasta su muerte. Se trata de una composición singular por varios motivos. En primer lugar, pertenece al género de la misa parodia, en que el autor basa su composición en la libre utilización y desarrollo de una pieza polifónica preexistente. En casi todas sus misas de este tipo, Victoria utiliza como base una obra propia; sin embargo, en la Misa Pro Victoria emplea uno de los grandes éxitos de la música del Renacimiento, la chanson de Clement Janequin La bataille de Marignan, más conocida como La Guerre. Es la única vez en que Victoria utiliza una obra profana como base de una misa parodia. Además, en esta misa, el compositor castellano da muestra de su absoluto dominio del estilo policoral, surgido en la Venecia de finales del siglo XVI, y que preludia el ya naciente mundo del barroco musical. Victoria divide su grupo de cantantes en dos coros: un primer coro a 5 voces y un segundo a 4. La destreza con que Victoria maneja estos elementos, ora alternando el canto de ambos coros, ora haciéndolos sonar en rotundos pasajes homofónicos, jugando con todas las posibilidades a su alcance y consiguiendo dotar a la obra de una enorme variedad, a la vez que una profunda unidad, convierten a la Misa Pro Victoria en una de las composiciones más fascinantes de toda la música de su tiempo.

Notas redactadas por César de Dios

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