PRIMERA PARTE

Sestina: Lagrime d’amante al sepulcro dell’amata (C. Monteverdi 1567 – 1647)

Moro, lasso al mio duolo (Gesualdo di Venosa 1566 – 1613)

SEGUNDA PARTE

Misa de Requiem a 4 voces (Tomás Luis de Victoria 1548 – 1611)

Laudate Dominum Omnes Gentes (Tomás Luis de Victoria)



NOTAS AL PROGRAMA

Como toda otra manifestación del alma humana, el dolor ante la muerte de los seres cercanos ha estado desde siempre presente en la música. La elegía formaba parte de los géneros fundamentales de la lírica griega y era habitualmente cantada con acompañamiento de instrumentos, hecho habitual en una cultura que no concebía la poesía sin música. Pero aún podríamos remontarnos mucho más en la historia para encontrar ejemplos de cantos fúnebres, pues el hombre siempre ha sentido el duelo como una ocasión solemne que requería la presencia de música. La abundancia de música popular fúnebre en todas las culturas muestra bien a las claras la universalidad de este sentimiento.

En este concierto de Semana Santa, el Coro de Cámara de Madrid APM nos invita a disfrutar de la escucha de un programa que gira en torno a diversas manifestaciones del duelo en una época muy concreta: el paso del siglo XVI al XVII. De hecho, la coherencia del programa se refleja en el estrecho ámbito cronológico que encierra las obras escuchadas. Tomando como referencia la fecha de publicación, la Missa Pro Defunctis de Victoria, aparecida en 1583, es la obra más antigua, en tanto que la más moderna, la Sestina de Monteverdi, salió de la imprenta en 1614, sólo tres años después de la muerte del gran polifonista abulense. Entre ambos extremos se sitúan el salmo Laudate Dominum (1585) y el madrigal Moro, lasso al mio duolo (1611) de Gesualdo.

La palabra sestina designa una forma poética de origen medieval con una organización muy rígida, tanto desde el punto de vista de la rima como del número de versos, que han de ser 39 en total: 6 estrofas de 6 versos seguidos por una estrofa final de 3 versos. Además, las seis palabras con que terminan todas las estrofas han de ser las mismas, pero en un orden diferente, también estrictamente controlado, y deben así mismo aparecer en la estrofa de tres versos final. En el caso de la composición poética de Scipione Agnelli puesta en música por Claudio Monteverdi, las 6 palabras son: tomba, Cielo, terra, seno, pianto y Glauco. El verdadero título del poema, Lagrime d’Amante al Sepolcro dell’Amata, aclara totalmente su contenido: el desconsolado protagonista, Glauco, da rienda suelta a su desesperación ante la pérdida de su amada. Se trata de un madrigal a 5 voces concebido a gran escala y forma parte, curiosamente, del Sexto Libro de Madrigales, en el que el genial autor cremonés dice adiós al stile antico de composición madrigalística, en que las voces no requieren del apoyo del bajo continuo.

También escrito en stile antico y a 5 voces, Moro, lasso es una de las obras más representativas del peculiar estilo de Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa. Escuchando la extraordinaria progresión de acordes con que se inicia la composición, resulta difícil sustraerse a la novelesca idea del príncipe atenazado toda su vida por la culpa de haber asesinado a su primera esposa, Maria D’Avalos, y al amante de ésta. En todo caso, es innegable la plasticidad con que la música refleja el sentido de las palabras: a la muerte y el abatimiento le corresponden notas largas, armonías tortuosas y disonantes y movimiento paralelo de las voces, mientras que la vida se representa mediante notas más rápidas y empleo del contrapunto, con una armonía también más sencilla. Este tipo de efectos, con los cuales la música busca ilustrar el texto de la manera más minuciosa, reciben el nombre de “madrigalismos”, si bien terminaron por influir en todos los estilos vocales de la época, incluyendo la música religiosa.

Es el caso de la obra que escucharemos al inicio de la segunda parte. Tomás Luis de Victoria compuso dos misas de réquiem. La que escuchamos en este concierto es la primera y menos conocida de ambas, está escrita a 4 voces y fue publicada en Roma, en el segundo libro de misas de Victoria. Quizá menos imponente que la otra misa de difuntos, que pertenece al famoso Officium Defunctorum, la obra que nos ocupa muestra, sin embargo, toda la maravillosa maestría de uno de los más grandes compositores del Renacimiento. Articulada en las secciones habituales en la época, y, por tanto, sin la secuencia Dies Irae, que tanto juego daría a muchos músicos en épocas posteriores, esta Misa de Réquiem, con su concentrada y profunda espiritualidad, nos transporta de lleno al sentido cristiano de la muerte, poniendo énfasis en el deseo de salvación del alma del difunto, antes que en el dolor de los vivos por la pérdida.

La habitual insistencia en la interpretación de sólo una pequeña parte de las obras de Victoria nos ha impedido tener una visión global y ajustada de su creación. Así, tradicionalmente, se han cargado las tintas en sus obras penitenciales, especialmente el ya citado Officium Defunctorum y los Responsorios de Tinieblas. Y sin embargo, la gran mayoría de la producción de Victoria corresponde a música escrita para ocasiones festivas o, por decirlo con más claridad, música alegre. Laudate Dominum es una perfecta ilustración de ello. Además, nos presenta bien a las claras otra de las facetas a nuestro juicio aún no suficientemente valoradas del compositor: el carácter vanguardista de su música. En efecto, uno de los mayores maestros en el dominio del severo estilo de la polifonía renacentista, es capaz de asimilar las nuevas tendencias policorales que vienen desde Venecia y llevarlas también a la más absoluta perfección. Este estilo de composición, que presenta varios coros separados, dos en el caso de la obra que nos ocupa, es además especialmente apropiado para el canto de los salmos que, desde los primeros tiempos del cristianismo, eran interpretados antifonalmente, esto es, con los fieles divididos en dos grupos que entonaban, alternativamente, las distintas estrofas del texto bíblico.

El Coro de Cámara de Madrid APM lleva años embarcado en un ambicioso proyecto de interpretación de obras de Tomás Luis de Victoria que contribuya a difundir una imagen más cabal de la verdadera magnitud de la extraordinaria creación de uno de los más grandes compositores de la historia de la música en toda su diversidad. Las dos obras de Victoria presentadas en este concierto forman parte de este amplio proyecto que la agrupación coral espera culminar el próximo año 2011, coincidiendo con la celebración del cuarto centenario de la muerte del músico.

Notas redactadas por César de Dios

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